viernes, 21 de octubre de 2011

El breve Romance del Pescador y la Mar.




No sé si este cuento tendrá alguna fábula. En realidad sólo lo contaré por el gusto que me provoca contarlo.

Era un pescador humilde que decidió pescar en las aguas de Valparaíso. ¿Qué fue a pescar? Pueden ser muchas cosas.... Ilusiones, oportunidades... sonrisas.... Momentos de Felicidad... Y a pesar de no ser Porteño, Hijo del "Pancho" desde nacimiento, Valparaíso lo adoptó como su hijo amado por todos los años que le quedaron de vida.

Este pescador era alto y flaco. Tan flaco que las altas tormentas se lo podrían haber llevado tranquilamente pero como la mar lo amaba... eso nunca pasó. Sus enormes ojos café parece que escondían un millón de atardeceres anaranjados. Tenía la piel blanca, como las arenas de las playas donde pescaba. Y la nieve ya se había apoderado de gran parte de su cabello y del pelo que cubría su cuerpo. Su mirada era dulce, tierna. Su conversación era pacífica y amena. Sabía escuchar.

Todas las tardes recorría sobre sus pies los ondeantes cerros Porteños. Conocía cada rincón de la ciudad, cada escondrijo. Y a todos esos rincones grises, solitarios e incluso malolientes, el Pescador le encontraba un atractivo que sólo sus enormes ojos podían ver. Y es que sus ojos podían ver la belleza en los lugares más insólitos. Así era este Pescador. Tenía "El Don".... ése Don tan perdido entre los hombres, de ver "más allá"....

Cuando bajaba a la playa para montar su barcaza, La Mar, que era enorme, azul, fértil, generosa y caprichosa; sentía gran curiosidad por El Pescador. A Ella le gustaba que recorriera sus dominios en ese pequeño barquito de palos.... Dicen, incluso, que por donde El Pescador navegara, siempre La Mar estaba calma.

Su Barquito siempre regresaba a la orilla vacío. Pero él siempre estaba contento. La gente lo observaba y no lo entendía.... ¿Para qué se arrimaba de madrugada a La Mar si La Mar nunca le entregaba sus frutos?... Pero El no buscaba ni pescados ni algas. Su Barcaza volvía llena de lo que nadie más podía ver... porque nadie más tenía "El Don"....

...Desde Mar Adentro, el Pescador pescaba grandes cantidades de Calma. La Calma, algo tan escaso en tierra firme, abunda y es generosa mar adentro. También se echaba al Barquito una buena dosis de atardeceres románticos para regalarle a las damas solitarias que se lo pidieran... Una por cada tarde. Amor a destajo sacaba del fondo del mar, y de la inmensidad de la superficie..... Colocaba en sus redes a Dios. Luego lo llevaba a la orilla, y se lo regalaba a todo quien quisiera recibirlo.

Nunca esperó nada. Nunca pidió nada. Era el único ser humano que en esos tiempos se detenía a observar y no simplemente a mirar.

Tenía un don este Pescador.... Indudablemente....

No se le conoció esposa: su esposa era La Mar. Y sus hijos eran todas las criaturas de las que la gente de Valparaíso de alimenta. Porque La Mar le regalaba al Pescador el alimento para el alma de los porteños. Pero el Pescador fecundaba a La Mar cada vez que la amaba con el alimento para el cuerpo.

Nadie sabe lo que pasó con El Pescador... Unos dicen que se transformó en una estrella fugaz y voló hacia otro lugar. A él le gustaba ser una estrella fugaz... Otros dicen que se convirtió en arenas para ser acariciado por La Mar a cada ola que revienta. Yo, la verdad... no sabría decir donde está....

... Pero sí tengo la certeza, y puedo dar fe de que esos enormes ojos cafe que alguna tarde de mis soledades me miraron, tenían algo mágico en su interior... que no sabría explicar.... Como diez mil atardeceres románticos encerrados!!!... Y cada sonrisa era como la luna bañándose en las mareas.... Y es que sus ojos tenían algo particular..... Una luz. Un brillo. La simpleza. Transparencia.

¿Quién dijo que no se puede amar sólo una noche?

El pescador, sin lugar a dudas... tenía "El Don...".....


2 comentarios:

  1. Me gustó demasiado! en serio deberas q voy a recomendar tu blog en el mio, si quieres te das una vuelta por el:
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