sábado, 12 de noviembre de 2011

El por qué de la pena del Sol.



Una tarde estaba llorando el sol. Lloraba con mucha tristeza, desconsoladamente, y se autoabrazaba con sus rayitos, haciéndose cariño a si mismo.
Lloraba desconsoladamente pero en silencio, sin quejarse y sin lamentarse a viva voz. Casi nadie notaba (si no lo miraba fijamente) que estaba llorando. Y de no haber puesto ojo en realidad nadie se hubiera dado cuenta, porque aunque estaba triste, seguía siendo cálido y llenando de tibieza la tierra...

-¿Por qué lloras, Sol?- Le preguntó una niña que lo miraba desde la tierra.
-Porque me siento solo, niña. En realidad nadie quiere estar conmigo. Estoy absolutamente solo en el firmamento diurno.... sin ninguna compañía, sin ningún abrazo....
-¡De qué hablas!- Respondió la niña con una carcajada -¡Por qué te quejas!!.... Si los seres humanos en la tierra nos calentamos con tus rayos cuando tenemos frío!... Siempre te estamos acompañando y somos millones!...

El sol pensó en lo que la niña le dijo. Secó sus lágrimas, respiró y le respondió:
-No me acompañan, sólo me usan. Sin mí no podrían mantener su calor... porque sus organismos no serían suficientes para autocalentarse. Me usan para que sus pieles no estén pálidas y obtienen vitaminas de mis rayos, necesarias para ustedes. Me usan como modelo para las fotografías por las que ustedes mismos son admirados, y me usan como un pretexto romántico cuando estoy cayendo por el océano al atardecer... Pero ninguno de ustedes me acompaña en realidad. Cuando el verano es fuerte y mis rayos poderosos, ustedes se esconden de mí. Cuando más caliento, ustedes me abandonan. Tienen miedo a ser quemados por mí, y se ocultan con sus aires acondicionados. Y me estudian para saber cuántos años más voy a durar brillando, porque de ello depende la supervivencia de ustedes, pero no porque no quieren que yo muera... sino porque no quieren morir ustedes..... No me acompañan, niña. Me usan. Y cuando no sirvo, me olvidan.... Y el amor funciona en ambas direcciones. Cuando solo lo das y no lo recibes... te quedas vacío como yo.

La niña no supo que contestar. Y se fue triste pensando en la respuesta del Sol. Y el Sol siguió llorando en silencio.

-¿Por qué lloras, Sol?- Preguntó un árbol que miraba plantado en su bosque lo que estaba ocurriendo.
-Porque me siento solo, árbol. En realidad nadie quiere estar conmigo. Estoy absolutamente solo en el firmamento diurno.... sin ninguna compañía, sin ningún abrazo, sin ningún amigo fraterno....
-¡Pero qué estás diciendo Sol!... Si todas las plantas de este planeta somos tus amigas!.... Por las mañanas, las flores abren sus pétalos para saludarte, y las Maravillas te siguen la trayectoria en el cielo en la medida que bailas en él durante el día!.... Nosotros, los árboles, verdeamos nuestras hojas para rendirte un homenaje, y hasta los frutos que cuelgan en los campos se sonrojan con tu presencia!...

El sol pensó en lo que el arbol le dijo. Secó sus lágrimas, respiró y le respondió:
En realidad no. No hacen nada de eso. Las plantas no son mis amigas, lo que ocurre es que me necesitan. Las flores y las maravillas abren sus pétalos y siguen mi trayectoria en el cielo para llenarse de vitaminas y ser más hermosas... Sin Sol no podrían florecer, porque no tendrían energía. Y sin Sol ustedes, los árboles, dormirían como en un invierno eterno y finalmente se secarían. Y sin Sol las frutas jamás madurarían: se malograrían, se pasmarían al nacer, y se caerían de las ramas de los frutales sin llegar a dar el dulzor de sus néctares a persona alguna. Pero cuando al perezoso invierno se le olvida llenar de nieves las montañas y de aguas las lagunas, mis rayos en el verano los queman a ustedes y sienten sed por la falta de agua, y las flores ya no son tan hermosas, y los frutos no son tan jugosos, ni los árboles son tan verdes.... y escapan de mí... En realidad no son mis amigos, Árbol. Me necesitan para vivir. Pero cuando mi amor por ustedes es muy fuerte y mis rayos muy poderosos, se alejan, y me olvidan...... Porque el amor funciona en ambas direcciones. Cuando solo lo das y no lo recibes... te quedas vacío como yo.


El Árbol no supo que contestar. Y se quedó en silencio, triste, pensando en la respuesta del Sol. Y el Sol siguió llorando en silencio.

-¿Por qué lloras, Sol?- Preguntó la luna, que comenzaba a asomarse en el cielo del atardecer tímidamente, y se dio cuenta de su pena...
-Porque me siento solo, Luna. En realidad nadie quiere estar conmigo. Estoy absolutamente solo en el firmamento diurno.... sin ninguna compañía, sin ningún abrazo, sin ningún amigo fraterno, sin ningun ser que quiera conocerme y amarme....
-¡No puedes sentirte solo teniendo tanto a tu lado, Sol!- se burló la Luna. -Tienes a las nubes, tienes el azul del cielo, tienes la aurora boreal y los picos de las montañas que casi te tocan y te acarician.....

El sol pensó en lo que la Luna le dijo. Secó sus lágrimas, respiró y le respondió:
-No, Luna. Ninguno de ellos me acompaña. Las nubes no están cerca de mí, sino que son vapores que vuelan dentro de la tierra, no cerca de mí. El cielo azul es un reflejo de mi luz y del mar, sólo una ilusión... ni siquiera es real... La aurora boreal es tan caprichosa como tú y no nace a mi lado... Sólo utiliza los efectos de los rayos para crear sus dibujos... Y las montañas jamás me acariciaron, nunca. Incluso tú, que todos los días vienes a poblar el mismo reino mío, no me acompañas... Porque prefieres la adoración de billares de estrellas más pequeñas que te acompañan y te adornan pero no te opacan, y sigues viéndote como la reina de la noche. Porque prefieres llenarte de oscuridad y de penumbras para que los viajeros campesinos se guíen por tu escasa luz.... Y tu escasa luz, Luna, también proviene de mí... Y aún así decides no quedarte conmigo. Me usas, y prefieres quedarte sola. Después de obtener de mí lo que necesitas para ser mejor.... me abandonas.... El amor funciona en ambas direcciones. Cuando solo lo das y no lo recibes... te quedas vacío como yo.


La Luna no supo que contestar. Y se quedó menguando triste, pensando en la respuesta del Sol. Y el Sol siguió llorando en silencio.

Todos sabían que el Sol tenía razón. Todos habían sido egoístas con su amor, pero esa era la naturaleza de ellos..... El Sol era más fuerte, más poderoso que todos ellos juntos, y los seres más débiles se alimentan de los más fuertes.... Nadie se había dado cuenta que El Sol necesitaba ser amado, querido, abrazado, incluso necesitaba dejar de ser tan fuerte y de tener tanta responsabilidad hacia tantos seres sólo por un día... y dejarse llevar simplemente como una botella en el mar.

El Sol estaba cansado. Cansado de dar, sin recibir.

Pasaron muchos años y nada cambió. El Sol siguió haciendose viejo y con las mismas responsabilidades y la misma soledad. Muchos niños se hicieron viejos y murieron, muchos árboles se secaron y nacieron otros, y las flores se deshojaron para dar paso a nuevas flores.... Muchas estrellas desaparecieron del firmamento y la Luna siguió creciendo, menguando, llenandose y reinventándose todos los meses con la eterna luz del sol....

... Y es que El Sol no mide su amor. Y dá vida sin que se la pidan. Y dá calor a todos los corazones que se están enfriando, sin esperar nada. Y hace que todo florezca y se llene de color para que nosotros, los humanos, veamos cosas lindas. Y nos pinta un cielo azul, y madura los frutos que comeremos. Calienta los mares para que nos bañemos, y derrite los hielos para que bebamos... Sin pedir nada.... Nada...

Cuando en tu vida aparezca un Sol.... recuerda que sólo necesita amor. Y que no te lo pedirá: tu corazón tiene que ser lo suficientemente generoso para entenderlo.

Los humanos somos egoístas. Podemos decidir entre dar y no dar. Pero siempre decidimos no dar (o la gran mayoría de las veces) porque pensamos que quedará poco para nosotros mismos. Y calmamos nuestra conciencia convenciéndonos de que otro seguramente dará lo que nos están pidiendo.
Podemos hacer felíz a una persona triste y sola con muy poco.... Solo hay que saber decidir...

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